1984 – 2014 De „Toro” a la „Maja desnuda” – Pintura y Escultura
La exposición “Picasso – Das plastische Werk” (La escultura de Picasso), que tuvo lugar en Berlín en 1983 fue el impulso determinante en mi creación artística. Me fascinó la forma en que Picasso convirtió objetos cotidianos en esculturas y cómo les dio una nueva interpretación. Cómo utilizó dos coches de juguete para representar la cabeza del babuino, en su escultura “Babuino con cría”, o cómo modeló los pies con dos tenedores en “La grulla”, me impresionó profundamente. La genialidad de la escultura “Cabeza de toro”, compuesta por el sillín y el manillar de una bicicleta me animó finalmente a reproducir esa plástica en la primavera de 1984. Aquel año nacieron “Almirante” y “Garza”, dos esculturas que modelé a partir de unos barcos de juguete y un viejo freno de bicicleta respectivamente. En 1985 nacieron sucesivas esculturas como “Elefante” y “Abdullah”, o como “Grulla”, que creé siguiendo el original de Picasso.
En 1986 comencé con los cuadros “Cara Vaquera” y “Cara Camisa”, una forma de pintura que consistió en grapar objetos cotidianos (en este caso ropa) a sencillas tapas de cajas de madera, pintándolas a continuación, con lacas de colores. Para ello me serví siempre de colores básicos, como había visto en Miró. Las visitas a sus museos en Barcelona y Palma de Mallorca me animaron a pintar superficies grandes y coloristas, a la vez que a no mezclar nunca los colores. En las obras “Cara riendo” y “Cara de la bailarina” utilicé ropa interior para dar la forma adecuada y añadí con las pinturas ojos azules, labios rojos y cabellos negros. La influencia de Miró queda igualmente patente en estos cuadros, que pinté con laca sobre bandejas de horno negras esmaltadas. Otro ejemplo de su influencia lo constituye el cuadro “Miró encuentra el reloj”, de 1991, en el que representé su trabajo “Personatge davant el Sol” (“Persona ante el sol”) sobre la tapa de una caja y añadí el mecanismo de un reloj en el centro del sol. Esta obra es hoy nuestro reloj de pared.
La realización de mis obras sobre tapaderas de cajas de transporte o bandejas de horno, en lugar de sobre finos lienzos, me ha producido especial placer. Las tapaderas de las cajas ofrecían la ventaja de poseer un marco interior de madera, que fijaba la tapadera a la caja, asegurando así su cierre. Con ello obtuve a la vez, tanto un soporte para los objetos que componen el cuadro, como un marco para el mismo. A veces pude aprovechar los agujeros propios de la madera para mis creaciones artísticas, como en la obra “Nuda”, en la que el agujero de la madera resultó ideal para representar el ombligo. La utilización en mis obras de objetos cotidianos, como por ejemplo, recogedores metálicos para relojes de cocina o ralladores de queso para lámparas, fue otra posibilidad de convertir objetos corrientes en arte. Una serie de 3 recogedores metálicos, dotados de los mecanismos de sendos relojes constituye, hoy nuestro “Reloj del mundo” y marca las horas de Tokio, Nueva York y, por supuesto, Madrid y Munich. Una serie de lámparas y relojes, realizados a partir de moldes de cocina, completó en 1994 este aprovechamiento de objetos. Incluso la escoba de la cocina se convirtió en un rostro (acorde con el pelo negro del cepillo con raya a un lado) y el soporte de la sombrilla, recibió un diseño tipo “Miró”.
Mientras que hasta 1996 me serví casi exclusivamente de objetos "encontrados" para la creación de mis cuadros y esculturas (véase "Diablo", creado a partir de la esquina de una palete) con la obra “Chica con pelo negro", comencé a buscar o comprar objetos determinados para completar el cuadro. En tanto que el bolso de paja utilizado para la cara todavía fue un objeto encontrado, la escoba para el cabello negro provino de un almacén de materiales de construcción. En el caso de los cuadros "Chica guapa …" y "…en la playa" (1998) nacieron por vez primera dos trabajos independientes en sí mismos pero que, a la vez, debido a su calculada armonía, conforman una única obra titulada "Chica guapa en la playa" cuando se combinan. Para la obra "Indio Lámpara" compré tubos de acero, hice cortar con láser el perfil de un indio en una chapa de acero y me procuré una piedra de granito para realizar el pesado pie. El perfil del indio lo utilicé, a la vez, para dos obras adicionales. La chapa, a partir de la cual se había cortado el perfil del indio, se convirtió en "Indio en el paisaje" y la chapa, que había utilizado de soporte para pintar, quedó igualmente impresionada con la silueta. Ambos trabajos, realizados en 1999, fueron los últimos creados en Munich.
Tras el traslado a Madrid en 2000, nació en enero de 2001 el trabajo "Dos hermanas". Las escobas, negra y marrón claro, simbolizan a la vez el color de los cabellos de mis hermanas y el de las hermanas de mi novia Agnes. En el año 2002 nació una nueva serie de trabajos como "la andaluza", inspirada en nuestra amiga sevillana Esther. Para la creación de "Marisol", me serví de una toalla de playa, a rayas amarillas y azules, que recreó el mar y el sol. Para "Hombre" y "Mujer" utilicé algunos objetos adquiridos en una ferretería, durante el transcurso de unas vacaciones en Calonge, en Cataluña. Para "Pato" utilicé un prensa-ajos, hallado en la casa de verano, con el que realicé el pico (por supuesto, sustituí el viejo prensa-ajos de la casa por uno nuevo). Conformé el cuerpo buscando una sartén de forma apropiada en una ferretería.
Al principio, utilizaba para mis obras artísticas tapas de cajas y tablas de madera encontradas entre embalajes desechados. Entretanto, he estandarizado, en gran medida, el tamaño de las obras, y encargo, a medida, las tapas de las cajas. Las obras más grandes miden 80 x 120 cm, es decir, el tamaño de un palete. Las obras más pequeñas miden exactamente la mitad: 80 x 60 cm. facilitando así el almacenamiento y transporte de las mismas. Así, dos cuadros grandes o cuatro pequeños, enfrentados y protegidos con un marco alrededor, conforman una unidad de transporte del tamaño de un palete. Para la coloración, utilizo lacas roja, azul, amarilla, verde y negra, sin mezclarlas nunca. En unas ocasiones cubro toda la superficie de colores, separados, a veces, mediante una sencilla pincelada negra. En otras ocasiones esbozo el color únicamente, mediante pinceladas sueltas.
Nunca utilizo objetos de plástico, porque con el paso, del tiempo pierden la plasticidad y se rompen. La única excepción la constituyen las calas artificiales en el cuadro “Mujer con calas”. Todos los objetos están completos y no necesitan complementos. Si un objeto no representa por sí mismo lo que yo tengo por propósito, no es adecuado. El modelado ulterior con escayola, o soldado de objetos, sería contrario a mi filosofía, “dotar a los objetos de un nuevo significado”. Para fijar los objetos empleo la grapadora, o tornillos, o taladro pequeños agujeros en las tablas y fijo los objetos con finos alambres. Jamás utilizo cola o pegamento porque envejece con el tiempo y pierde sus cualidades fijadoras.
Naturalmente, los trabajos realizados para la creación de mis cuadros, resultaron imposibles de desarrollar sin ruido y suciedad, sin olvidar el olor desprendido por las lacas. Tanto en Munich como en Madrid podía utilizar el balcón para pintar, al menos en el buen tiempo, pero no podía dejar en el piso mis trabajos empezados hasta encontrar tiempo de nuevo para continuar con ellos; puesto que todas las paredes libres habían sido cubiertas con mis trabajos artísticos, y para las futuras, ya estaban preparadas las tapas de las cajas y los objetos a utilizar, surgía así una indudable necesidad de espacio. Esto condujo a un silencio artístico, por mi parte, entre los años 2003 y 2005, también motivado por las frecuentes excursiones por nuestro nuevo país y por mis estudios de máster (MBA).
Tras la finalización de los mismos, a finales de 2005 había madurado dentro de mí el profundo anhelo de dedicar de nuevo más tiempo al arte; así nacieron muchos cuadros ya en mi cabeza. El material lo tenía ya, en parte, a mi disposición e incluso las tapas de las cajas ya estaban organizadas. Necesitaba urgentemente un atelier. En la primavera de 2007 llegó el momento, en el madrileño barrio de Malasaña, encontré un atelier que comparto con otros dos artistas. Aquí había sitio, no sólo para almacenar objetos y herramientas, sino también para trabajar. Las obras aún inacabadas podían quedar allí sin molestar el paso. Ahora podía dar rienda suelta a mi creatividad.
En 6 meses nacieron más de 30 obras realizadas mayoritariamente a partir de objetos que había encontrado o comprado en los últimos cinco años. Así pude emplear para “Gallo” las hoces compradas en 2002. También nació la “cover version” de “Naturaleza muerta con exprimidor de ajos” de Diego Rivera. Y utilicé para “Geisha” el descamador de pescado, comprado en el mercado del pescado de Tokio en 2005. Todos los cubos de metal pudieron ahora cumplir su finalidad: la representación de los pechos femeninos. Di uso al gancho de hierro colado de 11 kg. que encontré en el puerto de Reikiavik para crear el “Marinero”. Los moldes con forma de conejos, el descalzador de botas y el rastrillo de jardín hallaron su destino en “Bosque” y así mismo utilicé los moldes de horno, con forma de pera, para el cuadro “Bañistas”.
Usé las cajas de embalaje de jamón para “Hombre y Mujer”. Las cajas de vino y cava se convirtieron en obras de arte, e incluso la tapadera con el listón en medio, se transformó, junto con los dos grandes cubos, en “Pechos”. Al fin utilicé también el marco que había encontrado, cerca de nuestro piso, en la calle Viriato. Los talleres de marcos de esta calle se deshacen, a menudo, de marcos dañados, dejándolos en la calle. El estropeado marco fue perfecto para enmarcar el cuadro “Abuelo”. La pata de la cama, como bigote, y la manecilla de la ventana, como nariz, estaban en mi imaginación desde hacía ya tiempo. Y finalmente realicé la copia del cuadro de Diego Rivera “Mujer con calas” para el que ya tenía preparados los moldes en forma de pera, y las flores de plástico.
Al mismo tiempo que crecía el número de obras, aumentaba mi deseo de elaborar un catálogo. El primer catálogo fue un documento de “Word” con fotos de mis obras. Con el fin de hacer posible una iluminación uniforme, me construí un aparato móvil de iluminación que constaba de 8 tubos fluorescentes que se podían conectar y desconectar independientemente. De esta forma podía evitar reflejos indeseados en las fotos. El siguiente paso fue el desarrollo de un fotolibro. Por primera vez un verdadero libro, con tapa dura.
Naturalmente imprimir un fotolibro con una tirada de 500-1000 ejemplares como catálogo es muy caro y solicité diferentes presupuestos. Mi amigo Said Messari, que realiza obras gráficas e instalaciones y ya había organizado muchas exposiciones, me apoyó con su experiencia en producción de catálogos. Así comenzamos a finales de 2007 con la preparación de un catálogo en una imprenta de Madrid. Yo llevé mis fotos y Said se encargó del diseño.
El proyecto “Catálogo” casi había sido terminado cuando Said estableció contacto con Jesús Carrobles, director del Departamento de Arte del Ayuntamiento de Toledo. Así resultó que, a partir del verano de 2008, pude empezar a soñar con mi primera exposición de arte. Junto a la iglesia romana más antigua de la Península Ibérica, la ermita de Santa María de Melque, se encuentra un centro de interpretación y un edificio con tres salas de exposición. En febrero de 2009 se decidió la planificación final de las exposiciones, previéndose la mía desde finales de julio hasta finales de septiembre.
Por aquel entonces llegó la crisis económica mundial en mi ayuda y es que, al reducirse mi semana laboral a tres días, me quedaban dos días libres cada semana para preparar la exposición. El vernissage de mi exposición en Santa María de Melque se celebró el 25 de julio de 2009, el cual pude celebrar en compañía de mis amigos de Madrid y de Alemania. Reservamos alojamiento en el cercano pueblo La Puebla de Montalbán y por la noche celebramos la inauguración de la exposición con la especialidad local: “conejo al ajillo”, acompañado con mucho vino tinto.
A partir del otoño de 2009 nacieron las obras con las sandías de madera compradas en México. Con un tablero de mesa encontrado en la basura y la silla de la tienda de antigüedades pude por fin llevar a cabo mi interpretación de la obra de Diego Rivera “Sandías” y con el respaldo cortado una variante de la misma. Mis impresiones del viaje a Japón en abril de 2010 quedaron plasmadas en las dos obras “Sakura (Cerezos en flor)”. Los trozos de madera, que originalmente habían sido el adorno de un armario, los palillos japoneses para comer y 250 botones de nácar, cada uno fijado con dos clavos de cobre, muestran los cerezos en flor sobre el techo de una pagoda japonesa y el cielo azul de fondo.
Estas dos obras fueron las que tomaron parte en estado inacabado en la mudanza de mi estudio de Malasaña al sótano de nuestra casa en la calle Viriato, en el barrio de Chamberí, en el verano de 2010. El traslado me supuso varias ventajas: por un lado tenía que recorrer un camino muy corto hasta mi estudio y, además, me proporcionaba una sala adicional para guardar mis obras y otra más para realizar fotografías. En esas habitaciones también había suficiente espacio para colgar parte de mis obras con lo que en diciembre de 2010 pude invitar de nuevo a mis amigos para un vernissage de estudio.
Con la guitarra que había encontrado hacía años en la basura pude reproducir otra obra de Diego Rivera: “Desnudo con alcatraces”, esta vez en formato grande de 120 x 80 cm. Esta obra y “Dos mujeres en la playa de Tahití”, de Paul Gauguin, fueron las primeras de mi proyecto “20 obras famosas”. Así nacieron también las interpretaciones de “Doce Girasoles”, de Vincent van Gogh, y de “Nenúfares” de Claude Monet. En este contexto también nacieron obras de estilo cubista como “Guitarra” de Georges Braque. Con “El artista y su modelo” he realizado un homenaje a mi gran ídolo Pablo Picasso.
Los jarrones plateados, que ya al comprar me recordaran peces, junto con un trozo de malla metálica se convirtieron en la obra “Pesca de atunes. En una ferretería en Porto encontré 40 moldes de aluminio de los que se usan para freir cierto tipo de dulces. En mis manos se convirtieron en flores para „Florero en la ventana“, un trabajo inspirado en Marc Chagall. De las vacaciones en Brasil me traje 30 kg de ladrillos que, por su forma tan particular, resultaban muy adecuados para la representación de edificios altos. Adicionalmente hice que me cortaran en trozos de 4 cm los ladrillos en una fábrica de ladrillos al sur de Madrid. Así nacieron “Río” y “Sao Paulo” y los dos trabajos que representan el pueblo Baixa Grande situado en el Parque Nacional “Lencois Maranhenses” al norte de Brasil.
Para “Vista al Fujiyama” tuve que buscar una percha que no fuera curvada arriba sino plana para poder representar el volcán. En “Mujer pelirroja con flor”, inspirada en Paul Gauguin, pude utilizar el escudo de cerradura que había encontrado en una ferretería de Múnich. Para “Chica rubia”, inspirada en Roy Lichtenstein, utilicé las coloridas cuentas de madera de 12 ábacos. Los últimos moldes con forma de pera hicieron posible la representación ideal de las “Tres Gracias” de Peter Paul Rubens y los grandes jarrones de aluminio me sirvieron para crear la “Maja desnuda” y la “Maja vestida” inspiradas en Francisco de Goya. Ambos trabajos son los últimos de mi proyecto “20 pinturas famosas”.
Las 20 obras son el centro de la exposición “De Picasso a Monet, de Gauguin a van Gogh-Pinturas y Esculturas” que tiene lugar en Enero y Febrero de 2014 en Buitrago de Lozoya, a 75 km al norte de Madrid. Esta exposición en el pueblo natal del peluquero de Picasso, Ernesto Arias, quien muestra los regalos que Picasso le realizó en el Museo dedicado al artista de esa ciudad, es un marco ideal para mi arte, tan fuertemente influido por Pablo Picasso.